Página:Narrative of the surveying voyages of His Majesty's Ships Adventure and Beagle between the years 1826 and 1836.djvu/178

Esta página no ha sido corregida
126
Mar. 1828.
PUERTO SAN ANTONIO.

El mal tiempo nos forzó ingresar a puerto San Antonio; del cual Códova da tan favorable informe, que fuimos sorprendidos al encontrarlo chico e inconveniente, aún para el Adelaide.

Lo describe como un puerto de una milla y media de largo, y tres cuartos de milla de ancho; nosostros encontramos el largo una milla un cuarto, y el ancho medio apenas de un cuarto de milla. No posee ni una ventaja lo que no es común en casi todos los otros puertos y caletas en el Estrecho, y para una nave, o velero con aparejo en cruz de cualquier tipo, es a la vez difícil para entrar, y peligroso para salir. Además de las desventajas locales de puerto San Antonio, el tiempo en él rara vez es bueno, incluso cuando el día está bueno en otra parte. Se encuentra en la base de la cordillera de Lomas, la cual se eleva casi perpendicularmente hasta la altura de tres mil pies, frente al gran canal occidental del Estrecho, por lo cual recibe sobre su fría superficie los vientos del oeste, y está cubierta por el vapor, que se condensa de ellos, mientras en todas las otrs partes el sol puede estar brillando intensamente.

Este puerto está formado por un canal, de un cuarto de milla de ancho, que separa dos islas de la costa. El mejor fondeadero está fuera de una pintoresca pequeña bahía de la isla sur, que está densamente arbolada hasta la orilla del agua con calafates,*[1] fucsia, y verónica, que crecen hasta la altura de veinte pies; sobrepasados y protegidos por grandes hayas, y canelos, arraigados bajo una espesa alfombra musgosa, a través de la cual serpentea una angosta huella india entre madroños y matas de grosellas, rodeada de troncos postrados de árboles muertos que se dirige hacia el lado del mar de la isla. En la playa, justo entre los arbustos, y al abrigo de una gran y amplia mata de fucsia, en plena floración, se levantaban dos wigwams indígenas, los cuales, aparentemente, no habían sido habitados desde la visita del pobre Ainsworth. Había ocupado estos mismos wigwams por dos días, los habían cubierto con velas de la embarcación; y restos de las filásticas que las amarraban aún estaban allí: un melancólico recuerdo.

En ninguna parte del Estrecho encontramos una vegetación tan exuberante como en esta pequeña caleta. Algunos de los árboles de canelo y matas de grosellas tenían brotes de más de cinco pies de largo, y muchos de los

  1. * Berberis ilicifolia – Banks y Solander MSS.