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Ene. 1828.
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BEAGLE - UXBRIDGE - LOW.

el sur, sobre bahía Fitton, estaban tan cubiertos de nieve, que ni una partícula de roca podía ser vista; pero este año eran visibles muchos espacios pelados. Todo lo demás, sin embargo, indicaba una mala temporada, ya que las matas de calafate y los arbustos de madroño tenían apenas alguna muestra de fruta, lo que era más bien una desilusión, ya que las bayas de la primera planta demostró ser un agradable agregado a nuestros alimentos el año pasado. Sin embargo, no había escasez de aves, y con la red de cerco obtuvimos muchos peces.

La larga e inesperada ausencia del Beagle nos causó mucha inquietud, y cierto temor por su seguridad. Su visita a puerto Deseado no debería haberle tomado más tres días, y su mejor velamen debería haberle permitido al comandante Stokes reunirse con nosotros en la entrada del Estrecho. Se envió gente diariamente a mirar por él, y cada día que pasaba aumentaba nuestra ansiedad.

Una larga sucesión de tiempo con viento y lluvioso nos impidió avanzar con el Adelaide; pero el Hope fue arriado, y preparado para el servicio.

Antes del amanecer del 14 fui informado que el Beagle había sido visto en el horizonte. Se encendieron luces azules, e inmediatamente se mostraron faroles para guiarlo hacia el fondeadero, pero nuestra decepción fue grande cuando el avistamiento resultó ser la goleta del Sr. W. Low, el Uxbridge. Había estado cazando lobos desde noviembre en la vecindad de isla Noir, cerca de la entrada exterior del canal Bárbara, y se dirigía a cabo Gregorio para reunirse con su hermano mayor, que había estado recolectando aceite de elefante marino en las Shetland del Sur. El Uxbridge había entrado al Estrecho desde el Pacífico, por el “Canal” Magdalena, el cual el año anterior habíamos pensado que era un seno, y que habíamos tratado de explorar con el Hope, pero habíamos sido engañados por el abrupto cambio de dirección del canal en el cabo Turn.

Por fin (el 28), después que la ausencia del Beagle se había prolongado por más de un mes del tiempo previsto, nos sentimos aliviados de esta dolorosa ansiedad, y nos alegramos mucho, cuando el Sr. Tarn nos informó que él recién lo había avistado, y dos horas después arribó.

El comandante Stokes, para mi gran sorpresa, me contó que había