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Ene. 1828.
PRIMERA ANGOSTURA - CORRIENTE.

punto de explotar sobre nosotros con un diluvio de lluvia, de repente se desvaneció, y fue sucedida por una noche maravillosamente clara y tranquila. Esta favorable apariencia nos dio esperanzas que seríamos capaces de hacer una buena entrada al día siguiente, pero llegó un temporal, que nos mantuvo en nuestro fondeadero.

Temprano el 14 hicimos otro intento infructuoso de pasar la Primera Angostura. Como el Adelaide navegaba por nuestra popa, el teniente Graves me informó que había perdido un ancla, y que le había quedado solo una, por lo que había tenido que doblar su cable cadena; y que había embarcado mucha agua intentando ceñir, que estaba a punto de pedir permiso para cambiar su rumbo cuando nosotros desistimos del intento. Sopló muy fuerte para darle alguna ayuda al Adelaide, pero a la mañana siguiente cuando el tiempo estuvo más moderado, aproveché una oportunidad para enviarle nuestros dos anclotes; y en la tarde lo abastecimos de algo de agua y otras necesidades básicas, de modo que quedó comparativamente bien, y mi inquietud acerca de su información más aliviado.

Fogatas en el lado de los fueguinos habían sido mantenidas desde nuestra llegada, pero no pudimos distinguir ningún habitante; en las costas de los patagones vimos una gran cantidad de guanacos pastando tranquilamente, una prueba que no había indios cerca de ellos.

El 16, el tiempo pareció favorable, nuestra ancla fue izada, y, con el Adelaide, pronto entramos al canal de la Angostura, continuamos rápidamente, aunque el viento soplaba fuerte en contra nuestra. La marea nos llevó a un fondeadero, cerca de cuatro millas más allá de la entrada occidental, y era la estoa cuando dejamos caer el ancla; pero, tan pronto como cambió la corriente, nos encontramos en el medio de una “fuerte corriente”, y durante la marea máxima, el agua rompía furiosamente sobre la nave. En la estoa pudimos ponernos en movimiento, pero el Adelaide no fue capaz (por la fuerza de la marea) de levar su ancla, siendo obligada a largar el cable: fue afortunada que nosotros le hubiésemos pasado nuestros anclotes, o se habría quedado sin ancla. La noche fue tempestuosa, y aunque alcanzamos un sitio mucho más tranquilo, la Adelaide abatió considerablemente, si hubiese permanecido en el fondeadero de la mañana,