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May. 1827.
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CEREMONIA RELIGIOSA.

que ella marcó diferentes partes de su cuerpo, frotando la pintura, y haciendo las cruces de nuevo, hasta que todas las estampas fueron hechas.

Los hombres, después de haberse marcado en forma similar (para lo cual algunos se desnudaron hasta la cintura y cubrieron todo su cuerpo con impresiones), procedieron a hacer lo mismo con los niños, a quienes no se les permitió realizar esta parte de la ceremonia a ellos mismos. Manuel, el esposo de María, que parecía en la ocasión ser su principal ayudante, sacó de los pliegues del envoltorio sagrado un punzón, y con este pellizcó bien los brazos o las orejas de toda la gente; quienes a su vez presentaban para que les pincharan entre el dedo y el pulgar, parte de la carne que iba a ser perforada. El objetivo evidentemente era perder sangre, y aquellos en los que la sangre fluía libremente mostraban señales de satisfacción, mientras que los otros cuyas heridas sangraban poco recibían la operación una segunda vez.

Cuando Manuel terminó, le pasó el punzón a María, quien pellizcó su brazo, y luego, con gran solemnidad y cuidado, murmurando y hablando consigo misma en español (de las que no entendí ninguna, aunque me arrodillé junto a ella y escuché con gran atención), ella quitó dos o tres envolturas, y expuso ante nuestra vista una figura pequeña, tallada en madera, que representaba a una persona muerta, tendida. Después de exponer la imagen, a la que todos le prestaron la mayor atención, y contemplaron por algunos momentos en silencio, María comenzó a hablar sobre las virtudes de su Cristo, diciéndonos que tenía “buen corazón”, y que era muy aficionado al tabaco “Mucho quiere mi Cristo tabaco, dame más”. Ante esta petición y en tal situación, no me podía negar; y después de aprobar sus alabanzas sobre la figura, le dije que enviaría a bordo por ello. Habiendo obtenido su deseo, comenzó a hablar con si misma por algunos minutos, durante los cuales miraba hacia arriba, y repetía las palabras “mucho quiere mi Cristo tabaco, muy bueno corazón tiene”, y lenta y solemnemente envolvió la figura, depositándola en el lugar del cual había sido tomada. Esta ceremonia terminó, el comercio, el cual había sido suspendido, recomenzó con redoblada actividad.