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May. 1827.
CEREMONIA RELIGIOSA.

diciendo que iba por la carne, montó su caballo y se alejó a paso vivo. Trás su salida comenzó el más activo comercio: primero, un manto fue comprado por una cadena de cuentas; pero como la demanda aumentaba, los indios aumentaban su precio, hasta que subió a un cuchillo, luego al tabaco, a continuación una espada, y finalmente nada los satisfacía excepto el “agua ardiente”, por la cual preguntaban repetidamente, diciendo: “bueno es borracho – bueno es – bueno es borracho”*[1] pero no había permitido que se trajeran licores a tierra.

Al regreso de María con una muy pequeña cantidad de carne, su esposo le dijo que yo había estado muy curioso acerca de un lío de paño rojo, que él me había dicho que contenía a “Cristo”, a lo que ella me dijo “quiere mirar mi Cristo”, y entonces, tras mi movimiento de cabeza asintiendo, llamó a su alrededor a varios de la tribu, quienes de inmediato obedecieron su citación. Muchas de las mujeres, sin embargo, permanecieron al cuidado de sus objetos de valor. Se llevó a cabo una ceremonia. María, quien, por la manera de llevar el acto, parecía ser la gran sacerdotisa *[2] así como el cacique de la tribu, comenzó pulverizando una tierra blanquecina en el hueco de su mano, y luego tomó un sorbo de agua, escupió de cuando en cuando sobre esta, hasta que formó una especie de pigmento, el cual distribuyó al resto, reservándose sólo lo suficiente para marcar su cara, párpados, brazos, y el cabello con la figura de la cruz. . La forma en que esto fue hecho fue peculiar. Después de frotar la pintura en su mano izquierda y suavizarla con la palma de la derecha, hizo marcas en la pintura, y nuevamente otras en ángulo recto, dejando la impresión de muchas cruces, con la

  1. * Es bueno estar borracho, es agradable estar borracho
  2. * Dos marineros portugueses, sin embargo, que habían residido algunos meses con ellos, después de haber sido dejados por un velero lobero, y sacados por nosotros en un viaje posterior ante su propia petición, nos informaron que María no es la líder en las ceremonias religiosas. Cada familia tiene su propio dios del hogar familiar, una pequeña imagen de madera, de unas tres pulgadas de largo, imitación aproximada de la cabeza y hombros de un hombre, que ellos consideran como el representante de un ser superior, atribuyéndole todo lo bueno o malo que les sucede