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May. 1827.
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VISITA DE MARÍA Y CONDUCTA.

sentándose a la mesa, pidió te y pan, e hizo una copiosa comida. Tomé la precaución de hacer que todos los cuchillos, y artículos que pensé podrían ser robados, fueran sacados de la mesa, pero ni entonces, ni ninguna otra vez, detecté en María la intención de robar, aunque sus compañeros nunca perdieron una oportunidad de hurto.

Después del desayuno los indios fueron desembarcados, y como muchos de los oficiales estaban desocupados bajaron a tierra, y pasaron todo el día con la tribu, con la que un comercio muy activo se llevó a cabo. Había alrededor ciento veinte indios reunidos en total, con caballos y perros. Es probable que, con la excepción de cinco o seis individuos dejados para cuidar el campamento, y los que estuviesen ausentes en excursiones de caza, la totalidad de la tribu estuviese reunida en la playa, cada familia en un grupo separado, con todas sus riquezas desplegadas de la mejor manera para la venta.

Acompañé a María a tierra. Al desembarcar, me llevó al lugar donde estaba su familia sentada alrededor de sus bienes. Consistía en Manuel, su esposo, y tres niños, el mayor era conocido por el nombre de capitán chico, o “jefecito”. Una piel había sido extendida para que me sentara, la familia y la mayor parte de la tribu reunidos alrededor. María entonces me entregó varias mantas y pieles, por las cuales les di a cambio una espada, restos de un tapete rojo, cuchillos, tijeras, espejos y cuentas: de estas últimas después distribuí puñados a todos los niños, un regalo que causó evidente satisfacción a las madres, muchas de las cuales también obtuvieron una porción. Los receptores eran seleccionados por María, quien me dirigió primero hacia los niños más jóvenes, luego a los mayores, y finalmente a las niñas y mujeres. Fue curioso y divertido presenciar el orden con que esta escena se llevó a cabo y la notable paciencia de los niños, quienes, con la gran ansiedad por poseer sus baratijas, no abrieron sus labios, ni estiraron sus manos, hasta que ella los apuntaba en forma sucesiva.

Después que le dije a María que tenía más cosas que vender por carne de guanaco, despidió a la tribu de mi alrededor, y, VOL., 1.