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Feb. 1827.
SENO ALMIRANTAZGO.

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A la mañana siguiente, el puerto estaba lleno de pedazos de hielo, acumulados dentro del seno, donde el agua de mar, estando a mayor temperatura que el aire, rápidamente los disolvía.

Desde nuestro zarpe de puero Cascada, el tiempo había sido templado, claro y estable, pero como faltaban solo tres días para el cambio de la luna, en cuyo período, así como en luna llena, siempre soplaba un temporal, deseaba llegar a un lugar seguro en el canal Gabriel o en el seno Magdalena.

Cerca de las islas de bahía Ainsworth, nos pasaron tres canoas, que cruzaban el seno, cada una con una piel de lobo fijada en la proa como vela; y reconocimos que ellos eran el mismo grupo que habíamos dejado en puerto Cooke, entre los que estaba el indio que habíamos detectado robando el tarro de hojalata. Ellos no vinieron a nuestro costado, pero al pasar cerca de ellos, señalaban hacia el norte, aparentemente insistiendonos en ir en esa dirección.

Habíamos visto varios wigwams en las bahías Parry y Ainsworth, lo que demuestra que son muy frecuentadas por los indígenas, quizás en su camino a abiertas tierras bajas al este del monte Hope, donde numerosas manadas de guanacos podrían ser encontradas.

Delfines y lobos no eran escazos en estas ensenadas, y en sus entradas habían muchas ballenas: la presencia de lobos y ballenas me hacían pensar que era probable que había un canal; pero creo que todas las personas que estaban conmigo estaban convencidos que era un seno, que terminaba en el monte Hope. Después de mi última experienca de la naturaleza engañosa de algunos pasos en la Tierra del Fuego (el canal Bárbara, por ejemplo), me he sentido menos seguro de que no exista una comunicación con las tierras bajas, detrás del monte Hope, rodeando su costado norte. La improbabilidad era, sin embargo, tan grande, - dado que el fondo del seno

  1. en el seno de algunas de las montañas inmediatas, en que parece haber algunos minerales, y aun volcanes, que están del todo o casi apagados, moviéndonos a hacer este juicio, el haberse encontrado, en la cima de una de ellas, porción de materia compuesta de tierra y metal, que en su peso, color y demás caracters, tenía impreso el sello del fuego activo en que había tornado aquel estado, pues era una perfecta imagen de las escorias del hierro que se ven en nuestras ferrerías. Apéndice al viaje de Córdova al Magallanes, p.65.”