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Feb. 1827.
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SENO ALMIRANTAZGO.

Después de habernos convencido de que no había canal aquí, volvimos a nuestro rumbo original, pero, pronto, nos encontramos a dos millas del fondo del seno; la cual es poco profunda, y parece recibir dos ríos. La gran cantidad de agua helada, que se mezcla aquí con el mar, cambia su color a un azul tan pálido, que pensamos que estábamos en agua dulce.

El monte Hope resultó ser una masa aislada de colinas, que siguen la dirección NO y SE como el resto, habiendo tierras bajas hacia el sur, sobre la cual no se veía nada, excepto un cerro, distante treinta o cuarenta millas, cubierto de nieve, al cual los rayos del sol le daban la apariencia de una lámina de oro. Encontrándonos encerrados en la bahía, nos apresuramos a salir del lío, y, después de batallar por algunas horas, fondeamos en bahía Parry.

Nuestra entrada en una pequeña ensenada en bahía Parry inquietó a una cantidad de patos, patos a vapor, cormoranes, y gansos. Su número indicaba que los indios no habían visitado últimamente el lugar.

Al día siguiente llegamos a bahía Ainsworth, la que es del mismo tipo que bahía Parry, y proporciona una seguridad perfecta a los veleros pequeños: a fuerza de bogar, llegamos a un fondeadero seguro en una ensenada en la esquina sureste.

El fondo del puerto esta formado, como ya he dicho, por un inmenso glaciar, desde donde, durante la noche, se desprenden grandes masas y caen al mar con fuerte estruendo,*[1] lo que explica los ruidos nocturnos que frecuentemente habíamos oído en puerto del Hambre, los cuales en esa ocasión pensamos que se debían a erupción de volcanes. También fueron estos, probablemente, los ruidos escuchados por los oficiales españoles durante su exploración del Estrecho, mientras estaban en el puerto de Santa Mónica, donde ellos se habían refugiado de una violenta tempestad de viento.*[2]

  1. * Durante la alta marea el agua del mar socava, por deshielo, grandes masas de hielo, las cuales cuando la marea baja, quieren apoyo, y , consecuentemente, se quiebran, llevando tras ellos enormes fragmentos del glaciar, y caen dentro de la quieta dársena con un ruido como de trueno.
  2. * “En los días 24 y 25, oímos un ruido sordo, y de corta duración, que, por el pronto, nos pareció trueno; pero habiendo reflexionado, nos inclinamos a creer que fue efecto de alguna explosión subterránea, formado