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Feb. 1827.
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FUEGUINOS.

con cierto respeto por los demás, era uno de los más agraciados del grupo, y tenía una sonrisa bondadosa en su rostro durante nuestra entrevista, mientras que el resto frecuentemente manifestaba desagrado, incluso por tonterías. Era, al menos, el jefe de una de las dos familias; su wigwam contenía a su esposa, y sus dos hijos, su,o el padre de su esposa, y madre, asi como el idiota, y su esposa, quien, por su aspecto, debe haber sido Patagona, o bien una mujers de tamaño poco común entre estas personas. La anciana era muy curiosa, y el hombre, en un largo discurso, le describió todas las maravillas que yo le había mostrado a él, solicitándome, de vez en cuando, que le señalara a ella los artículos que él trataba de describir.

Su destreza con la honda es extraordinaria, y, debería creer, que empleada como arma de ataque, debe ser muy formidable. Al preguntarle sobre ello el mismo hombre nos mostró su uso, cogió una piedra, del tamaño de un huevo de paloma y la colocó en la honda, luego dando a entender que iba a golpear con ella la canoa, le dio la espalda a esta, y lanzó la piedra en dirección opuesta, contra el tronco de un árbol, de donde rebotó por sobre su cabeza, y calló cerca de la canoa.

Los he visto golpear un gorro, colocado sobre el tocón de un árbol, a cincuenta o sesenta yardas de distancia, con una piedra de una honda. En el uso del arco y la flecha, también, con ellos matan aves, son muy diestros. La lanza es principalmente para golpear a los delfines y lobos, pero también la utilizan en la guerra; y debido a la lengüeta, debe ser un arma muy eficiente. De cerca, ellos utilizan porras, piedras sostenidas en la mano, dagas cortas de madera, con puntas muy afiladas de cuarzo, vidrio volcánico o sílex.

A la mañana siguiente, viendo que zarpábamos, se nos pusieron al costado y trataron de persuadirnos de que fondeáramos. El joven, de quien he hablado, fue muy pertinaz, y finalmente nos ofreció su esposa, como soborno, quien empleó todos sus encantos imaginarios para conseguir su propuesta.

Aprecian en tal alto grado las cuentas y los botones, que con unos cuantos de cada uno habríamos comprado la canoa, la esposa y los niños,