DE CECILIA 83
— ¿Por qué á morir? Eres joven, lleno de esperanzas .. La vida te brindará todos sus dones; olvidame y elige una buena esposa. Yo no puedo ser nada para ti en este mundo pero...
Un grito de angustia de Cecilia cortó la pa- labra á Margarita; volvióse asustada y lanzó una exclamación desgarradora :
—| Hija de de mi alma! ¡se quema | -- gritó como loca, corriendo en pos de Cecilia, cuyo vestidos comenzaban á arder, en efecto. Pero rápido como el pensamiento Eduardo la detuvo.
— | Quieta, si quieres que la salve — dijo.
Margarita lo miró con extravío y cayó medio desvanecida sobre el banco que poco antes Ocupara.
Eduardo voló mejor que corrió hacia la niña; pero no lograba alcanzarla porque ella huía espantada como sucede siempre, por desgracia, en estos casos. Afortunadamente tropezó en una piedra y cayó; el joven, arro- jándose sobre ella, trató de apagar sus incen- diadas ropas apretándola contra sí y que mándose cruelmente las manos. Margarita, reanimada por el amor maternal, á pesar de las súplicas y hasta amenazas del joven, había corrido á ayudarlo. Cuando, entre ambos, con- siguieron extinguir el fuego, la pobre criatura estaba desvanecida por el humo y el terror.
Margarita sollozaba con desesperación.