DE CECILIA 59
—¿Ya empiezas con tus bromas?... No hay nada serio todavía; él es muy joven y yo también. Además es pobre y tiene que pensar en formarse un porvenir, antes de casarse.
-—¿Lo quieres mucho?
Los ojos negros de Julieta fulguraron.
—Con toda mi alma — contestó.
—Entonces puedes casarte, ¿qué importa que sea pobre »
Pero no te unas sin amor ni al hombre más rico de la tierra —concluyó Margarita con voz trémula y los ojos llenos de lágri- más.
Julieta, conmovida, la abrazó.
—Sé porque lo dices;-— murmuró -—— aun- que tu nos ocultas tus pesares, yo los com- prendo. ¿Por qué disimulas conmigo, que- rida ?... Está bien que lo hagas con mamá... pero á mí confíame tus disgustos para que podamos compartirlos-
—Tienes razón ¿á qué fingir más tiempo? ¡Si supieras cuán desgraciada soy!
Y ta pobre joven rompió á llorar triste- mente, Cecilia la miraba con expresión asus- tada y al fin le echó los bracitos al cuello y rompió á llorar también.
—Llévatela;-—— dijo Margarita, en voz baja, á su hermana —es tan viva que podría con-