DE CECILIA 97)
cierto era que el proceder del joven no jus- tificaba el cariño de la niñita; era muy frío con ella y la besaba por compromiso las po- cas veces que la veía en casa de sus padres ó, las más frecuentes, que la encontraba en casa de su prima, con cuyo esposo le unía desde la infancia, una íntima amistad.
Juana y Héctor, á quienes el cielo no ha- bía concedido todavía sucesión, amaban tier- namente á aquella hermanita que podía ser hija de ambos.
IX
JULIETA
Como las nueve serían de una tíbia ma- ñana de las primeras de Noviembre, cuando anunciaron á la señora de Real la visita de su hermana Julieta.
Margarita recibió á la joven en el aposento donde se ocupaba en vestir á Cecilia.
Julieta, que contaba ya diez y siete años no era tan bella como Margarita pero sí muy graciosa y expresiva,
Era de regular estatura, tez algo trigueña, hermosos ojos negros y mejillas redondas y sonrosadas como dos manzanas; su boca algo grande dejaba ver por lo habitual de su son-