12 EL PADRINO
gada al trabajo y contestaba tranquilamente á las preguntas que de cuando en cuando y sin interrumpir la tarea, le dirigía su madre.
Poco á poco la débil luz de la tarde se fué amortiguando; ya no se veía para trabajar...
Entonces la madre se levantó y se dirigió á la cocina; una niña de once años, que era la que seguía en edad á Margarita, trajo luz y puso sobre la pobre mesa de pino un mantel zurcido en varias partes, pero muy blanco, y algunos platos y cubiertos. Luego fué á llamar á sus demás hermanitos para tomar un poco de sopa, único manjar que les permitía aquella noche su pobreza y que á veces no les permitía tampoco.
Margarita, su madre y cuatro criaturas más, tres niñas y un varón, se sentaron á la mesa y muy pronto terminaron aquella cola- ción más que frugal. Rodoifo, el hijo mayor, comía en la casa de comercio donde estaba empleado y no venía hasta más tarde.
Concluida la pobre cena, madre é hija vol- vieron á reanudar su tarea, mientras las dos niñas mayorcitas que contaban una once años, como ya he dicho, y la otra nueve, pusieron todo en orden y fueron á la cocina para la- var la loza; y cuando hubieron concluido, la de más edad, cuyo nombre era Julieta, vino á ayudar en la costura. La otra niña y el varón tomaron sus pizarras y cuadernos
