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En octubre de 1524 acompaña a Cortés a la fallida expedición de las Hibueras, en lo que hoy es Honduras para castigar la rebelión de Cristóbal de Olid, por haber traicionado a Cortés. Llevaba prisionero y como rehén a Cuauhtémoc. En la debacle de la expedición, Cortés empezó a alucinar que Cuauhtémoc estaba preparando una rebelión en su contra y decidió asesinarlo. Motivo por el cual, Fray Juan de Tecto se opuso, aduciendo que Cortés no podía asesinar a un rey y que de hacerlo, él lo denunciaría ante el rey de España. Cortés entonces decidió asesinar a los dos.

La historia hispanista que siempre le lava las manos llenas de sangre a Cortés, monta una nube difusa sobre este lamentable hecho, en el que es asesinado “el primer mártir” de la Iglesia Católica en México. De esta manera, “se dice” que el fraile murió de hambre en las selvas de Honduras o que murió en un naufragio. La historia la escribió el vencedor.

Que amó a Malinche y que su hijo fue el primer mestizo de México.

Cortés desde Madrid demostró que las mujeres tenían un bajo nivel en su escala de valores. Ya que se dedicaba a “frecuentar lechos de mujeres casadas”, mientras esperaba embarcarse en una expedición para Italia, hasta que un marido ofendido lo sorprendió en adulterio y le dio tal golpiza que “lo dejó por bien muerto”. Para recuperarse tardó meses y esa fue la razón por la cual ya no se embarcó a Italia y al recuperarse se fue a América.

Lo mismo le pasó en Cuba, en donde para hacerse amigo del gobernador, empezó a frecuentar a la hermana de la

prometida del gobernador. Pero como era su costumbre, “la

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