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señalar, que Cortés fue el último en aceptar las leoninas condiciones del gobernador de Cuba para llevar a cabo la expedición. Otros capitanes con mayores méritos de Cortés rechazaron la invitación de Velázquez. Por ello, al principio de la expedición la autoridad de Cortés era muy débil. Por estas razones Cortés siempre enfrentó a sus propios hombres y a cada uno, en privado, le pedía que vigilara a otro capitán.

Por lo miso, Cortés siempre actuó a través de la mentira, la intriga y la simulación con sus aliados indígenas, a los que nunca les dio su total confianza a pesar que en varias ocasiones le salvaron la vida y, fueron los que realmente hicieron militarmente posible la conquista de Tenochtitlán.

En las mismas Cartas de Relación les quita todo mérito a sus aliados indígenas. En las batallas siempre habla de él, de la la “divina intervención” a favor de su causa, y en muy pocas ocasiones exalta la labor de sus capitanes. Pero nunca habla con la verdad sobre todo el apoyo que recibió de los pueblos indígenas. Comenzando con el Señor de Cempoala, quien no solo lo hospedó, sino que además de darle mucha información sobre los mexicas, le entregó un pequeño ejército y tal vez lo más importante, que siempre recibió Cortés de todos los pueblos indígenas: “un ejército de mujeres y hombres que les daban de comer y servían a los invasores". En efecto, la logística de los invasores siempre estuvo a cargo de los pueblos indígenas, hasta de los propios mexicas, que los tuvieron como invitados de honor en

Tenochtitlán. Para medir el tamaño moral de Cortés, pese a la importancia que tuvo en

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