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convenció para confiar el mando a Cortés —con el cual había de repartir los beneficios de la expedición. Pero aquí debemos ceder la palabra a Gómora (es decir, al propio Márquez), de acuerdo con el cual, Baltasar Bermúdez rechazó el mandato porque Velásquez le reclamaba una participación de tres mil ducados; tras ese fracaso, Cortés fue sondeado, a condición de que tomara a su cargo la mitad de los gastos, ya que “tenía dos mil castellanos de oro en compañía de Andrés de Duero, mercader”, es decir, tenía un socio comanditario. Vemos aquí, en una escala modesta, cómo empezaba a ser invertido el capital comercial en las empresas coloniales. (Jaques Lafaye. 1970)

El gran interés que puso Cortés en la preparación de lo referente a la expedición que iba a capitanear, despertó en Diego Velázquez sospecha de traición. Sin embargo, no pudo impedir que el 18 de febrero de 1519 zarpara prófugo de una orden de arresto girada por Velázquez, llevando 11 navíos, más de 500 filibusteros, cerca de 100 marineros, más de 200 indígenas antillanos y negros, 16 caballos, 14 cañones, 32 ballestas y 13 escopetas.

Es, pues, un hombre (Cortés) fuera de la ley (el gobernador había lanzado una orden de arresto en contra de él, sin efecto a doscientas leguas de Santiago de Cuba), el que salió de San Cristóbal, a mediados de febrero de 1519.” (Jacques Lafaye 1991).

Cortés llegó al Anáhuac prófugo de la ley de Cuba y traicionado a sus socios. Se autonombró el embajador de Quetzalcóatl y a base de intrigas y mentiras provocó una guerra civil de carácter religioso.

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