Está construyendo por sí solo, y sin subvención del Estado, el ferrocarril de Carcagente á Gandía y Denia, y ha adquirido el tranvía de Silla al puerto de Cullera.
El pasado año adquirió el privilegio para el alumbrado eléctrico en España con la lámpara Siran.
Hay que añadir que ha fundado últimamente el Banco Peninsular Ultramarino, cuyas acciones se han cotizado desde el primer momento con 30 por 100 de prima.
Por último, tiene en estudio nuevas líneas de ferrocarriles y vapores, cuyos productos, atendida su prodigiosa actividad, veremos realizados.
Si á esto se agrega el inmenso movimiento que su banca y giro necesitan para el desarrollo de tal cúmulo de empresas, hay que preguntarse: ¿cómo un hombre solo puede abarcar tanto en su imaginación? ¿Qué personal no necesitaría el Estado para la administración de tantos asuntos?
Pues véase el personal que el Marqués de Campo emplea en esta administración, que no puede menos de ser perfecta, pues el menor defecto sería de consecuencias ruinosas, y se tendrá idea del espíritu organizador y la gran imaginación del Marqués de Campo, que atiende á todo, sin dejar de preparar constantemente nuevas combinaciones.
Si España tuviese muchos hombres como éste, ¿cuál no sería el desarrollo de las fuentes de su riqueza pública, el comercio y la industria? Por desgracia escasean bastante.