rrezco, de magnates ó de banqueros, búscame un rico muy bruto que me de ocho mil duros por el drama y lo firme. Te respondo de que gustará, y al hombre puede convenirle ser autor dramático.
¡Cómo pintaba este rasgo su manera de ser!
Quería que su drama tuviese el precio en que él lo tasaba.
— ¡El puñal y la escarcela! — decía yo. — ¿Será un drama de capa y espada?
— No, hombre, no; pero si lo anunciase con el título de Fulano de tal, ó El gabán de pieles, ó La Condesa viuda, no llamaría la atención, porque aquí no gustan más que los dramas, y por eso empecé yo mi breve carrera con el Don Francisco de Quevedo....
Y añadía:
— Querido, aunque escribas más comedias que Lope de Vega, no harás el ruido que produce cualquier autor vulgar en un drama que destrocen á gritos los actores. Voy á ponerte ahora mismo un ejemplo del paladar nacional. Ahí tienes á nuestro amigo Gººº [1], un banquero, persona distinguida que ha viajado por Europa. Todas las noches cena en aquella mesita junto al balcón.
Y dirigiéndose á él:
— ¿Qué va usted á cenar, Joaquín?
— ¡Hombre! he dicho que me suban de los Andaluces un bacalao á la vizcaína.....
- ↑ D. Joaquín de la Gándara.