¿Quién no ha oído alguna vez decir á sus padres cuando de niño ha pedido algo que costaba muy caro: ¿Te figuras, muchacho, que eres hijo del Duque de Osuna?
¡Más rico que el Duque de Osuna! Esto es un proverbio en España. La realidad y el vulgo, unidos, han hecho de esta casa solariega el colmo de la grandeza y de la esplendidez.
Porque la reputación de los Rostchilds, los Mackays, los Camondos, en Europa; de los Manzanedos y de los otros millonarios contemporáneos en España, es pura y sencillamente el dinero, mientras que la fama de los Osunas es de lujo, de ostentación, de algo parecido á lo maravilloso.
La generación actual, como la anterior, han oído hablar de las mesas puestas en todas las capitales de Europa para recibir al señor Duque á cualquier hora que