la que no he de negar honradez, carácter tranquilo y cualidades de mujer de su casa.
¿Pero era ésta la mujer del poeta?
¡Ah! El poeta no debiera tener nunca mujer; el matrimonio es enemigo mortal de la vida imaginativa; Becquer fué desgraciado en sus pasiones, pero debió serlo aún más en su vida doméstica.
Imaginad á un hombre dotado de todas las altas cualidades que constituyen el genio, condenado á vivir con un ser vulgarísimo.
¿Fué despecho? ¿deseo de contrarrestar aquella ambición y sed de ideal que le devoraba?
Lo ignoro. Sólo sé que en los últimos días de la enfermedad fuí á ver á mi pobre amigo, y su interior me hizo desear que muriese pronto.
Da placer al ánimo y envidia de la vida matrimonial ese hogar pobre y limpio donde compiten en delicadeza los niños y las flores, la alegría de la felicidad íntima é ignorada.... pero la casa descuidada, el cuarto en desorden, la compañera del poeta que no sabe hablaros de nada, el enfermo solo y entregado á la desesperación sorda.... ¡oh, qué triste fin, qué horrible martirio para quien nació con alas de águila y debía morir como el último de los seres pedestres!
- La luz que en un vaso
- Ardía en el suelo
iluminaba el moribundo rostro de Becquer la noche en