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MIS CONTEMPORÁNEOS.

Se le acusa de malhumorado y desabrido; pero si no lo fuera perdería fisonomía moral. Yo le prefiero así, tronando siempre contra una porción de cosas que los demás dejamos pasar; pero acaso su mismo carácter le ha servido para imponer su personalidad en muchas circunstancias políticas.

En vida de Ayala, que fué su amigo más intimo, tuvo con éste diferencias graves. En los últimos años de la vida de aquel otro gran poeta nuestro, llegaron á estar completamente reñidos, y ambos lo sentían con toda el alma. Más de una vez fui testigo de estos pesares íntimos, y aun intermediario, sin que uno ni otro lo supieran. Pero los dos eran soberbios, altaneros y rencorosos. Murió Ayala, y Núñez de Arce estuvo en su entierro. Fué el primer paso, y el último.

Es Núñez de Arce en su trato particular, afable y cariñoso, siempre que no se le contraríe en puntos de vista que el tiene por indudables, ya políticos ó literarios. Artista por naturaleza, rechaza y abomina todo este movimiento naturalista que es expresión de nuestro tiempo egoísta y vicioso. Cuando se le habla de ello se exaspera; pero ya he dicho al comenzar que se exaspera fácilmente.

Nunca fué rico, á pesar de luchar con la vida y transigir á veces con lo que no le agrada. Por ahí hemos pasado todos, y entretanto se han enriquecido los comerciantes y los industriales de la política.

Le encanta la vida campestre, ama los viajes, con-