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LA DUQUESA DE CHAULNES.




¡Oh, qué triste impresión produjo en muchos corazones la muerte de la Duquesa de Chaulnes!

A nadie mejor que á ella pudo aplicarse el endecasílabo famoso de nuestro gran poeta.

¡Infeliz fué, por ser hermosa!

Todo la sonreía; el gran mundo, con sus grandes atractivos y sus grandes miserias, la hizo víctima de su implacable saña.

Es preciso haber conocido á la Duquesa de Chaulnes, para saber hasta dónde llega la belleza humana.

La Duquesa de Chevreuse, su aborrecible suegra, dijo al hallarla por primera vez en un salón:

— Esta mujer debe ser la esposa de mi hijo. A hombre que lleva nombre tan alto corresponde hacer su mitad de la mujer más bella de su tiempo.

Y lo era, en efecto.