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E. BLASCO.

derado del idioma y del gusto de este centro del mundo para brillar en él como periodistas, literatos, letrados, artistas, filósofos, hombres de negocios, diplomáticos, pintores, músicos y cuanto han querido ser, el día en que el cantor navarro, repito, llegue por derecho propio á la escena de la Grande Opera, París y su población flotante reconocerán que los elogios de toda la prensa de Europa y América no han sido exagerados cuando han declarado á Gayarre el primer tenor del mundo.

Una vez, el invierno pasado, quiso mi buena fortuna proporcionarme la ocasión de pasar un rato en el foyer de las bailarinas de la Grande Opera. Hay que vivir aquí para saber las dificultades que se oponen á la entrada de un simple mortal en aquel salón donde doscientas mujeres bonitas, adornadas de brillantes, representan á la Francia moderna en su lado frívolo y á la vez importante. Hay que ser abonado, ó persona de calidad, ó recomendado de la dirección, que se niega á facilitar permisos, ó diplomático extranjero ¡Qué sé yo! Se llega con más facilidad al salón de una princesa que al de estas señoritas de veinte luises. Verdi, el gran Verdi, fué despedido á la puerta no hace cuatro meses, porque quiso entrar de levita.

Cogidos del brazo de Camilo Bloch, y á fuerza de súplicas y de referencias, entramos dos extranjeros en el foyer y pasamos todo un acto allí dentro. Una hora que me diera motivo á muchas causeries para ese periódico,