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Ricardo Palma

Fero lo de zambo, á quien se tenía por más blanco que el caballo del Apocalipsis? Ni á María Santísima le aguantaba su señioría la palabreja. Antes colgaba la sotana y se metía almocrí, esto es, á lector del Korán en las mezquitas.

El caso es que su señoría el Arcediano, aunque nacido en España y de padres españoles, era bastante trigueño, como si en sus venas circularan muchos glóbulos de sangre morisca.

El día siguiente fué de gran alboroto para el vecindario del Cuzco, porque en la puerta de la Catedral apareció fijado este cartelón: —Téngase por pública excomulgada á Antonia »Peñaranda, mujer de don Pedro Echevarría, por inobedien»te á los preceptos de Nuestra Santa Madre Iglesia, y por el desacalo de haber tratado mal de palabras al señor doctor »don Juan José de la Concepción de Rivadeneira, y porque »con sus gritos desacató también al doctor don José Soto, pres»bítero, que estaba actualmente celebrando el Santo Sacrifi»cio. Nadic sea osado á quitar este papel, bajo pena de ex»comunión».

Y firmaba el Provisor Pérez Oblitas.

Motivo de grave excitación para los canónigos del Cabildo eclesiástico había sido el suceso de la misa dominical. Unos opinaron por meter en la cárcel pública á la señora, y otros por encerrarla en las Nazarenas; pero estos dos espedienles ofrecían el peligro de que la autoridad civil resistiese autorizar prisión ó secuestro. Lo más llano era la excomunión, que al más ternejal le ponía la carne de gallina y lo dejaba cabiztivo y pensabajo. Una excomunión asustaba en aquellos tiempos como en nuestros días los meetings populacheros.¿Qué gritan, hijo?—Padre, que viva la patria y la libertad.

—Pues echa cerrojo y atranca la puerta.

Las principales señioras del Cuzco, entre las que doña Antonia gozaba de predicamento, varios regidores del Cabildo, el superior de los jesuitas y el comendador de la Merced, iban del Provisor al Arcediano, y de éste á aquél, con empeño para que se levantase la terrorífica censura. El Provisor, poniendo cara de Padre Eterno melancólico, contestaba que por su parte no habría inconveniente, siempre que la excomulgada se aviniese á pagar multa de doscientos pesos (la mosca por delante),