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Mis últimas tradiciones

muy guapa—¿De veras? Pues me la guardo—y limpiaba la hebra con la servilleta y se la guardaba en el bolsillo. Dicen los astrólogos que un cabello de buena moza traía ventura al poseedor.

Y tan rodeada de supersticiosas y pueriles prácticas andaba la ciencia médica, en Lima, que cuando el profesor de Anatomía se hallaba en el compromiso de dar á sus discípulos lección sobre el cadáver, en el anfiteatro, antes de esgrimir cuchilla y escalpelo, rezaba en unión de los presentes, una plegaria en latín por el alma del difunto.


II


La Astrología médica tuvo también sus impugnadores, y el más enérgico fué don Juan Jerónimo Navarro, médico valenciano que, con el título Disertación astronómica, publicó, en Lima, un interesante opúsculo, impreso en 1645.

Ocurrióle al doctor Navarro, (y precisamente esta ocurrencia fué la que lo impulsó á escribir su Disertación) que habiendo recetado un purgante á uno de sus enfermos, que era encumbrado personaje, negóse el boticario á despacharlo. Y no sólo se negó sino que le escribió al enfermo la siguiente esquelita que, ad pedem literæ, copio del ya citado librejo.

«Señor mío: Vuesamerced no siga el parecer del doctor, aunque él lo mande; porque mañana, á las cinco, es la conjunción, que si fuera por la tarde no correría vuesamerced tanto riesgo. De más que hoy no he hecho purga ninguna, ni tal se puede hacer hasta que pase la conjunción. Vuesamerced vea lo que le parece, que á mí no me mueve otra cosa más que la conciencia.—Guarde Dios á Vuesamerced».

Combatiendo la crasa ignorancia y necedad del boticario chapucero, dice el doctor Navarro que acatar las supersticiones astrológicas, tan bien acogidas por el pueblo, no redunda sino en descrédito del médico y regalo para curas y sacristanes.