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Mis últimas tradiciones

pasó Luzbel ocho días sin moverse de la cama, fumando cigarrillos de la fábrica de Cuba libre y contando las vigas del techo. Feliz semana para la humanidad, porque sin diablo enredador y perverso, estuvo el mundo tranquilo como balsa de aceite.

Cuando Luzbel volvió á darse á luz le había brotado otra cerda: la Pereza.

Y durante años y años anduvo el diablo por la tierra luciendo sólo seis pelos en el bigote, hasta que un día, por malos de sus pecados, se le ocurrió aposentarse dentro del cuerpo de un usurero, y cuando hastiado de picardías le convino cambiar de domicilio, lo hizo luciendo un pelo más: la Avaricia.

De fijo que el muy bellaco murmuró lo de:


  Dios, que es la suma bondad,
hace lo que nos conviene.
—(Pues bien fregado me tiene
su divina Majestad)
Hágase su voluntad.


Tal es la historia tradicional de los siete pelos que forman el bigote del diablo, historia que he leído en un palimpsesto contemporáneo del estornudo y de las cosquillas.