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Mis últimas tradiciones

Ni siquiera se vió en el caso de aquel marido á quien oyéndolo quejarse de dolor en la frente, lo interrumpió su mujer diciéndole:—Tranquilízate, eso pasará pronto cuando te hayan brotado un par de colmillos.

Dice el cronista Calancha, tal vez por encarecer el merecimiento del curandero, que en los primeros ratos sufrió el enfermo náuseas atroces, calambres y sudores, terminando por aletargarse, lo que dió motivo para que los palaciegos se alarmasen, recelando que el fraile perulero hubiera administrado algún tósigo al Pontífice. En amargos aprietos se vió su paternidad.


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Restablecido por completo Gregorio XIII, empezó por acordar al padre Carmona todas las bulas, privilegios, indulgencias, jubileos y demás gangas que anhelaban los agustinos para sus conventos del Perú, concluyendo por brindarle un Obispado, que fray Miguel tuvo sus razones para no aceptar, prefiriendo el título de abad de Lunahuaná, con doce mil ducados de renta anual sobre el arzobispado de Lima; con lo que, sin las fatigas que trae el obispar, venía á ser nuestro agustino un verdadero potentado en estas tierras de América, y altísima dignidad en su Iglesia. Era el primer abad que iba á tener el Perú, y hasta entiendo que ha sido el único.

Por bula de 28 de Septiembre de 1581, fué autorizado el flamante abad para escoger, con destino al convento de Lima, cuanta reliquia le pluguiere. Tosco fué el manotón que dió su paternidad en el depósito ó almacén; porque se apoderó de la cabeza de Longino, de un pedazo de la cruz del buen Ladrón. y de un zarcillo ó arete que perteneció á María de Magdala.