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Febrero: hasta el 8 ó 10 concurrió el ministro á sus labores y estuvo despachando con Bolívar, sin que éste se diera por entendido con él de lo que ya sabía; el 25 de Febrero estaba ya Sánchez-Carrión imposibilitado por el veneno y elevaba su renuncia, el 26, el envenenador, en su carácter de secretario de Bolívar, suscribía un lacónico oficio en nombre de S. E. avisando al dimisionario que su renuncia estaba aceptada: un mes después, teniendo el Libertador que emprender su paseo triunfal hasta Potosí, organiza un Consejo de Gobierno, y entre los tres ministros que lo componen, nombra para una de las carteras precisamente al envenenador de Sánchez-Carrión.

Yo no acuso, mi querido Simón: son los documentos oficiales los que acusan. Registra la Gaceta oficial del año 25, y encontrarás comprobadas las fechas que designo.

El general Mosquera, exculpando á Bolívar, dice que llegó á saber el envenenamiento por denuncia que le hizo una señora. Quiero creerlo. Resuelva todo criterio imparcial si esto salva al Libertador. ¿Y por qué encubrió al delincuente? ¿Por qué no lo castigó?

Me acusas de ligereza porque designo á Heres como el propinador del veneno. Perdóname.— Mosquera calla el nombre; pero pone los puntos sobre las íes, dando señas tales, que á obscuras, un ciego acertaría. Por poco entendido que yo sea en historia americana, creo haber descifrado la facilísima charada. Refresca tu memoria y excusa la petulancia. Allá por los años de 1840 á 1841, era autoridad superior en Santo Tomás de Angostura el general Heres, quien parece que, en un ruidoso pleito sobre una herencia, influía á favor de uno de los litigantes. El perjudicado armó dos asesinos que penetraron en el cuarto de Heres y le dieron muerte.

Pueril quisquilla me buscas sobre la exactitud de tal detalle, como si de una nimia inexactitud pudiera resultar destruído el hecho culminante.

Pude decir que Carrión fué envenenado en la Magdalena y en un almuerzo, y resultar que por el testimonio de Mosquera aparezca que lo fué en Lima y en una tisana. Así sean todas las calumnias que yo invente. En soconuzco ó en horchata, en Lima ó en la Magdalena, día antes ó día después, son deta-