Página:Mis últimas tradiciones peruanas y Cachivachería (1906).pdf/600

Esta página no ha sido corregida
592
RICARDIO PALMA

autenticidad dudaren) que viene á corroborar, en gran parir lo mismo que nos revela el señor Mosquera.




«Secretaría General. —Cuartel General en la Paz, á 9 de Septiembre de 1825.— A.1 señor Ministro de Estado en el departamento de Gobierno.— S. M.—S. E. el Libertador me manda decir al Consejo de Gobierno que, en virtud de la resignación Que en él ha hecho de las facultades que le concedió el Soberano Congreso, queda revocada la orden que se sirvió dar S. E. para conocer en la causa seguida sobre el asesinato del coronel Monteagudo... Así que el Consejo de Gobierno puede disponer se juzgue á los reos por el Tribunal que corresponda según las leyes, y se efectúe la sentencia que éste pronuncie. El Consejo de Gobierno tendrá presente el ofrecimiento que S. E. hizo al moreno Candelario Espinoza, ejecutor del crimen, de que se le perdonaría la vida en el caso de que declarase con verdad lo? cómplices en el hecho. S, B. cree que asi lo ha cumplido, y por tanto desea que su ofrecimiento no quede sin efecto. Sírvase U. S. ponerlo en conocimiento del Consejo de Gobierno para los fines ¡ndicadoá.— Soy de U. S. muy atento obediente servidor.— F. S. Estenos, Lima, Octubre 25 de 1825. —Saqúese copia certificada de esta nota; y, agregándose á los autos seguidos sobre el asesinato del coronel D. Bernardo Monleagudo, tráigase.— Tres rúbricas de los señores Unanue, Salasar y Larrea^ Loredo.»

El mismo señor Mosquera, poseedor de grandes secretos, confirma también mi aseveración de que Sánchez Cardón fué envenenado; pero por mucho que dore el relato para exculpar á Bolívar, no queda el Libertador limpio de pecado. Después de leer aquello de la confidencia hecha al general*** íntimo amigo de Monteagudo, mírese por donde se mirare, siempre, por lo menos, resultará Bolívar encubridor de un crimen, que cómplice es quien pudiendo y debiendo castigar al delincuente, transige con él.

El escritor no lo dice; pero la revelación del crimen la tuvo Bolívar antes de 1828, en Lima, cuando el Libertador estaba en el cénit de la omnipotencia. ¿Por qué transigió? Seamos francos. Porque para el buen éxito de los planes de vitalicia^ era necesario pasar sobre el cadáver de Sánchez Carrión, el tribuno republicano, capaz de organizar y dar vigor al pequeño partido resistente.

De lo que apunta el apologista se saca en limpio, que Bolívar no fué actor en el hecho material de propinar el veneno;