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No encuentro razón para que el señor Paz-Soldán siga encastillado en dar crédito sólo á la instructiva del reo, y en rechazar las declaraciones posteriores á la entrevista con Bolívar. Llama el señor Paz-Soldán firmeza en negar á la obstinación del reo durante cuarenta y ocho horas, y á f e que no es firmeza de buena ley la que dura tan poco espacio de tiempo.

Y aquí es oportuno rectificar algo que el señor Mariátegui rechaza, y en que el señor Paz-Soldán y yo estamos de acuerdo. No sólo el testimonio de los señores coronel Grueso y mayor Izquierdo, sino de otras muchas personas caracterizadas, prueban que Bolívar tuvo en palacio una entrevista con el reo. El señor Mariátegui lo niega, con la autoridad de su palabra, como ha n^ado, contra la autoridad de irrefutables documentos, que para el plan de monarquía se hubiera pensado de preferencia en un príncipe inglés.

Para el señor Mariátegui, las revelaciones de Espinoza fueron inspiradas por Bolívar, quien quiso comprometer en el crimen á la antigua nobleza colonial y al naciente partido republicano. Por lo mismo que el señor Mariátegui declara que Bolívar era un genio, un talento superior que podia pasarse sin auxiliares para el desarrollo de un plan, paréceme pueril la hipótesis. Bolívar, después de Ayacucho, era omnipotente en el Perú, y es rebajar mucho esa omnipotencia hacerlo descender á forjador de intriguillas de baja ley.

Dice el señor Paz-Soldán que si Espinoza hubiese tenido cómpuces de posición, éstos le habrían ocultado ó favorecido en su fuga. También es hábil el argumento, pero no me hace fuerza. Apresado el asesino, en los primeros momentos se resolvió que fuese juzgado sumaria y militarmente, pero se opuso el ministro Sánchez Carrión. Apelo al respetable testimonio del doctor don Manuel Ortiz de Zevallos, cuyo padre era el juez militar. Vea, pues, el señor Paz-Soldán que á Espinoza no le faltaron protectores.

Entre los manuscritos de la Biblioteca Nacional [1] se encuentra uno titulado:

  1. Afortunadamente, después de la destrucción de la Biblioteca de Lima en 1881, este manuscrito ha sido uno de los pocos recobrados en 1883. El caballero que lo ha devuelto á la Biblioteca, lo rescató del poder de un soldado chileno. Faltan algunas páginas del final.