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No siendo un misterio el nombre de mi ilustrado contendor, excusará éste que, para hacer menos difusa mi réplica, me vea precisado á estamparle. Además, no presumo que mi excelente amigo el doctor don Mariano Felipe Paz-Soldán pretenda monopolizar el magisterio de la Historia patria, y que sus apreciaciones y relatos sean aceptados como artículos de fe.

Pásale á mi estimable crítico, con el extracto y análisis que hizo del proceso sobre el asesinato de Monteagudo, lo que á todo buen padre que siempre se encariña por el más desventurado de sus hijos. Yo he estudiado también, á mi manera, ese curioso proceso, y él me revela lo que el señor Paz Soldán se empeña en no querer ver: que el crimen no fué hijo exclusivo de la castuilidad, sino obra de un puñal comprado.

El 30 de Enero, y á pesar de haberse aplicado tormento á Espinoza, declaró éste que no había sido instigado y que asesinó á Monteagudo sin conocerlo, y sólo por robarle el reloj y alhajas que llevaba encima, ¡Y sin embargo, los ladrones no despojaron á la víctima ni de un alfiler!

Al dia siguiente, después de su entrevista con el Libertador, hizo Espinoza revelaciones comprometedoras.

El señor Paz Soldán quiere que sólo merezca fe lo declarado por el reo el dia 3o, no se fija en lo absurdo de la instructiva de un ladrón que no roba, teniendo espacio para hacerlo, y estima en poco las revelaciones posteriores y aun los careos con los señores Colmenares y Moreira Matute.

Que las revelaciones del asesino debieron ser de tal magnitud que llevaran al ánimo del Libertador la convicción plena de que existía un círculo político que puso el puñal en manos de Candelario Espinoza, lo prueba el empeño de Bolívar por salvarle la vida, empeño que arrastró al Gran Capitán de Colombia hasta el pimto de hacer gala de sus facultades dictatoriales.

Las palabras mismas del doctor don Manuel Lorenzo Vidaurre, vienen á corroborar mis afirmaciones. El doctor Vidaurre era una inteligencia clarísima y perspicaz, y á quien no se podia hacer comulgar con la rueda de molino de que Candelario Espinoza no era instrumento de ajena voluntad.

Con el proceso de Monteagudo nos pasa, al señor Paz Sol-