Página:Mis últimas tradiciones peruanas y Cachivachería (1906).pdf/520

Esta página no ha sido corregida
512
Ricardo Palma

al país, Eccer imposible la inmigración. Véase io que, sin alterar sílaba, escribe el padre Cappa: No es el territorio del Perú capaz de mucha agricultura.

»La costa estéril; la sierra demasiado fría. Sólo las peque»ñas quebradas del litoral, y alguna que otra provincia del in»terior, pueden rendir razonables cosechas. Durante el virrcynato se aprovecharon, no mal, estos terrenos, pues el Perú se »bastaba á sí mismno, y aun exportaba al extranjero.

El hábil corresponsal de El Callao, comenta este manojilo de mentiras. Háme gustado su comentario, y lo prohijo.— Con»que sólo en tiempo del virreynato se aprovecharon esos terre»nos, hasta el punto de que produjeran lo bastante para casa y para fuera de casa? Pero, ¡hombre de Dios! si acaba usted de decirnos que, por estéril la una y por fría la otra, costa y sierra, no consienten agricultura, ¿cómo nos habla de exceso de producción? ¿Y usted ha aprendido lógica, padre?

Pues lo disimula..

Capítulo de otra cosa. Habla el padre Cappa: —La Inqui»sición (dice) ha sido desde setenta años á esta parte el bú de las gentes. Y antes, qué era? ¿caramelo?).—Su fin estaba »reducido á velar por la pureza de la tc, y á castigar á los casados que, fingiéndose solteros, contraían otro matrimonio.

Y no quemaban brujas, padre?)—Hubo en el Perú inuchos portugueses judaizantes, que sufricron el justo rigor de la »Inquisición.—(Conque, justo, ¿eh?)—Es una vulgar: dad lamaña decir que la Inquisición encadenaba el pensamiento, y otras » sandeces por el estilo. (Sandez es, en pleno s'glo xix, ccharse »á hacer la apología de tribunal tan maldec.do.)—Fuera de los portugueses, raros fueron los castigados severamente en el Perú.—( Hola! ¿Nos lo dice su paternidad, ó nos lo cuenta?)Nosotros, por respeto á tan santa y bienhechora institución (¡ ata»ja! ¡ataja!) nos esmeramos en disipar las patrañas con que, los hombres de fines del siglo pasado y principios de éste, han embaucado á tanto cándido. (Muchas gracias, por la parle que nos toca.) El padre Cappa se coloca aquí en la misma condición del que dijo: —Yo arrojaría al mar á todos los imbéciles á lo que un curioso le contestó con esta pregunta: —Sabe usted nadar, padre?