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Ricardo Palma

hasta por castigo, lo ha puesto en cepo de cinco puntos, previniéndole que, si reincide, se le dará chocolate.

Mi colombroño el padre Cappa es un comodín, una cspec.c de agnus obligado á cargar con los pecados de la Compañía, en el Perú. Cuando recientemente, la discreta ć ilustrada autoridad eclesiástica prohibió una mascarada carnavalesca, en obsequio de San Luis Gonzaga, quedándose pontifiquito, cardenalitos, zuavitos, frailucos y angelitos con los crespos hechos, cl superior de los jesuitas se lavó las manos, colgando el mochuelo al fantástico y batallador ex marino Ricardo Cappa. O se ha desvirtuado y descendido mucho la Compañía, para que en ella todo ande manga por hombro, y haga y escriba cada miembro lo que en antojo le venga, ó hay que considerar las disculpas como nueva é insolente burla al decoro de la autoridad y al buen sentido del país.

II Pasemos á desmenuzar la producción del padre Cappa, que bien vale la pena de emprender 'la enojosa tarea un 'libro, en que se trata de rebajar á todo trance al país y á sus hombres más eminentes; en el que ninguna clase social es respetada; y en el que se trasluce claramente el propósito preconcebido de historiar mal y maliciosamente nuestro pasado, subordinándolo todo al enaltecimiento del virreynato, único honrado, bucno y sabio gobierno que hemos tenido. Mientras el padre Cappa consignó estas ideas en otra de sus publicaciones, francamente que no nos pareció precisa una refutación; porque no se trataba como ahora, de un libro de propaganda y destinado á servir de texto en un colegio. Somos tolerantes, por sistema y por convicción, y nuestra pluma rchuye siempre la critica en materia de opiniones políticas, de creencias religiosas, de doctrinas literarias y hasta de apreciaciones históricas. Cuando algo nos desagrada, censuramos en el seno de la intimidad.

En público, preferimos á la reputación de zoilo y de severo, la acusación, que ya se nos ha hecho, de complaciente hasta la debilidad. Tras una palabra de crítica, hemos puesto siempre diez de encomio. Aquellas publicaciones del padre Cappa nos