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Cachivachería

Abusaríamos de la generosa hospitalidad acordada á estos renglones, si nos ocupásemos de la parte narrativa. El cuadro de las batallas de Junín y de Ayacucho es verdaderamente pintoresco, y ni aun los episodios han sido olvidados. Todo extracto que hiciéramos resultaría pálido ante la solemne grandeza del original. El libro del general Mitre, como narración, no se extracta: se lee y se admira. Lo correcto y fácil del estilo, hace de las dos mil páginas de la obra, una lectura nada fatigosa, y sí muy deleitable é instructiva.

Como era natural, las últimas páginas son, en síntesis, el juicio definitivo del autor sobre la personalidad política de su héroe. Y como estas páginas son también el resumen de la obra, terminaremos reproduciendo algunos fragmentos:

«El triunfo final de los principios elementales de la revolución corresponde á San Martín, aunque la gloria de Bolívar sea mayor; porque si el uno llena mejor su misión activa de Libertador, el otro es moral, militar y políticamente, más grande por su ciencia y conciencia, y por los resultados ulteriores que responden á su iniciativa. En la vida pública de San Martín y Bolívar, se combinan y distribuyen igualmente, los dos elementos de que se compone la Historia: uno activo y presente, que forma la masa de los hechos: otro pasivo y transcendental, que constituye la vida futura. Bolívar representó uno de éstos, y San Martín el otro. La vida política de Bolívar, en el orden nacional, ha muerto con él, y sólo queda la heroica epopeya libertadora al través del continente por él independizado. La obra de San Martín ha sobrevivido, y la América del Sur se ha organizado según las previsiones de su genio, dentro de las líneas geográficas trazadas por su espada.»

«San Martín concibió grandes planes políticos y militares que, al principio, parecieron una locura, y luego se convirtieron en conciencia, que él convirtió en hecho. Tuvo la primera intuición del camino de la victoria continental, no para satisiacer designios personales, sino para multiplicar la fuerza humana con el menor esfuerzo posible. Organizó ejércitos que pesaron con sus bayonetas en la balanza del Destino, no á la sombra de la bandera pretoriana, ni del pendón personal,