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Cachivachería

por el escritor argentino, con todos los caracteres de la más severa verdad, utilizando, no sólo los documentos ya conocidos, sino muchos que permanecían ignorados.

No es menos importante la manera como aprecia el historiador bonaerense los planes de presidencia vitalicia que, en mala hora para su gloria, concibiera y pretendiera desarrollar el Libertador Bolívar. Cedamos la palabra á Mitre:

«Bolívar debía tener una idea muy exagerada de la imbecilidad de los pueblos, cuando pretendía engañarlos con apariencias que no lo alucinaban á él mismo. El sabía, y todos lo sabían, que su imperio sólo duraría lo que durase su vida, cuyos días estaban ya muy contados. Tan es así, que en el pacto entre Bolívar y el Perú, se agregó este artículo:—Muerto el Libertador, los cuerpos legislativos quedarán en libertad de continuar la federación ó disolverla.—El mismo auguró el fin trágico de su gobierno personal, cuando exclamaba:—¡Mis funerales serán sangrientos como los de Alejandro!—Tenía la conciencia (y esto lo hace más responsable ante la Historia) de que era un imperio asiático el que prentendía fundar, sin más títulos que la gloria del conquistador, ni más sostén que el pretorianismo. Es Bolívar uno de aquellos grandes hombres de múltiples faces, llenas de luces resplandecientes y de sombras que las contrastan, á quien tiene que ser perdonado mucho malo por lo mucho bueno que hizo. Aun en medio de su ambición delirante, sus planes tienen grandiosidad y no puede desconocerse su heroísmo y su elevación moral como representante de una causa de emancipación y libertad. No quería ser un tirano, pero fundaba el más estéril de los despotismos, sin comprender que los pueblos no pueden ser semi-libres ni semi-esclavos. Así, en todo lo que se relaciona con la posesión del mando, sus vistas son cortas, sus apetitos son groseros, y hasta las acciones que revisten ostensiblemente abnegación, llevan el sello del personalismo, por no decir del egoísmo. La Constitución boliviana era el falseamiento de la democracia con tendencias monárquicas. El plan de la monocracia era una reacción contra la revolución misma y contra la independencia territorial de las nuevas Re-