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Cachivachería

dice expurgatorio para las producciones del pensamiento, no había que andar gran trecho de camino.

Nuestro siglo se distingue por el espíritu de tolerancia. Ya hoy nadie, persona ó corporación, tiene el monopolio de la verdad ó el error. Errónea declararon unánimemente los sabios la doctrina de Galileo; y sin embargo, Galileo tuvo razón contra su siglo. Hoy, en materia filosófica, literaria ó sociológica, no hay doctrinas erróneas, sino discutibles. Los tiempos son de libre examen y de discusión libre. Hoy por hoy, el único hombre que no tiene un sí ni un no con los inquilinos de la casa... es el portero del cementerio.

En el Perú, la libertad de pensamiento parece que fuera perdiendo terreno, pues hasta se pretende que los alumnos sigan ciegamente las enseñanzas del catedrático. Apartarse de ellas, como en el caso del joven Oyola, es provocar conflicto y escándalo.

Decididamente, retrocedemos. Por los años de 1850 se enseñaba, en San Carlos, la doctrina de la soberanía de la inteligencia, y aunque por entonces era muy prestigioso el acatamiento al principio de autoridad, como que todavia estábamos vecinos á los días del magister dixit, hubo lujo de tolerancia con la juventud que defendía el principio de la soberanía popular. Otro procedimiento habría convertido en juez y parte al cuerpo de catedráticos, privilegio del que sólo disfruta Dios por ser Dios; pues reza el Credo que Jesucristo ha de venir á juzgarnos, por los agravios que le hayamos hecho sobre la tierra, el día aquel en que San Vicente Ferrer haga resonar la trompeta.

Ha muy pocos años que el inteligente y malogrado joven Isidro Burga, leyó, para graduarse de doctor, una tesis en que abogaba por la monarquía como la mejor forma de gobierno. Pues hubo escándalo, y casi se desploma la bóveda celeste sobre el alumno universitario. Por cuatro votos contra tres se le confirió el grado. De 1850 á 1890, en un lapso de cuarenta años, habíamos perdido en espíritu de tolerancia para con las opiniones ajenas.

Francia es república, y abundan en ella, sin que para nadie sea motivo de alarma, los periódicos que abogan por la