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Ricardo Palma

bajo; pero sería de desear que, hallándose hoy reunido el Congreso, fuese tomado en consideración el indicado proyecto. Honra, y grande, será para los legisladores de 1874, dictar una ley de instrucción que, por imperfecta que salga, siempre significará un paso adelante en las regiones del progreso.


Las revoluciones de Arequipa.

El doctor don Juan Gualberto Valdivia, que tan útilmente ha servido al país en el profesorado, acaba de enriquecer la bibliografía nacional con una importante obra titulada:—Memoria, sobre las revoluciones de Arequipa, desde 1834 hasta 1866.

Ciertamente que nada hay de más comprometido y difícil que escribir sobre política contemporánea. Vivos aún muchos de los personajes que han desempeñado los primeros papeles en nuestras contiendas civiles, el historiador tiene que atropellar por mil consideraciones para presentar hechos y actores; y tal es la tarea que, con sobra de audacia, ha acometido el señor doctor Valdivia.

Con todo el respeto que nos merecen la honorabilidad y la reputación del señor Deán del coro de Arequipa, y arrostrando el peligro de que se nos eche en cara nuestra insignificancia para juzgar un trabajo que lleva por garantía firma tan autorizada, vamos á permitirnos consignar someramente las observaciones que su lectura nos ha sugerido.

Quien busque en el libro del señor Valdivia galas literarias, pierde lastimosamente su tiempo; pues bajo este aspecto la obra no está, ni con mucho, á la altura de la reputación del fogoso redactor del Yanacocha. Vése que los años han debilitado el vigor de la pluma, que el lenguaje es por demás incorrecto, y que su llaneza se confunde, casi siempre, con lo vulgar. El mismo señor Valdivia declara que no aspira á ser un Tácito ni á lucir primores académicos; y ante tan franca declaración, no es ya lícito hacer hincapié en la cuestión de forma.

El doctor Valdivia, dotado de una felicísima memoria, ha