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Ricardo Palma

desto, se halla en camino de adelantar mucho y de escribir, en breve, algo menos desaliñado que las Melodías religiosas.


Ego Polibio es la firma bajo la cual se esconde un poeta que acaba de coleccionar cien picarescos sonetos, á los que llama Zanahorias y Remolachas. El librito es una panacea contra la tristeza, y como tal lo recomendamos á los caracteres melancólicos. Sonetos tiene, como el titulado Zamacueca, que convidan á echar una cana al aire.

La idea que constituye el fondo, el jugo diremos mejor, de las zanahorias y remolachas, es en sí trivialísima ó manoseada; pero lo magistral de la ejecución, la reviste de mérito y novedad. Las incorrecciones, y complacémosnos en reconocer que no son muchas, no valen la pena de tomarse en cuenta. Ensáñense en ellas los alguaciles del Diccionario, que no otra cosa son los critiquizantes que andan á la pesca del casticismo palabrero.

Lo que más cautiva en los versos de Ego Polibio es la riqueza de rima. Parece, á primera vista, que el poeta se hubiera propuesto escribir con pies forzados, y sacrificar la idea á la robustez y gracia del consonante; pero esta presunción queda destruída ante la soltura y facilidad de los versos. Esas rimas difíciles han brotado, por entre los puntos de la pluma, con la naturalidad del arroyo.

Pero no todos los sonetos son legumbres de la huerta; no todos son chiste y travesura. Dos hay que no son zanahorias ni remolachas. El uno es flor perfumada del ramillete de una dama, y el otro espinoso cardo. Gran intención filosófica, aunque ligeramente amarga, hay en ellos, y verdadero aroma poético. Me refiero al titulado A una bella y al que voy á darme el gusto barato de copiar:

á un ingrato

Triste llegaste de la culta Europa,
sin un rasgo siquiera de cultura,