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Cachivachería

A Julio Hernández.

Aunque no está el alcocer para zampoñas ni la madem para hacer cucharas, pues todas las potencias de mi alma se hallan absor.idas por la descifración y comentario de rancio manuscrito, de carácter histórico y literario, no debo, á fuer de cortés, dejar sin respuesta, siquiera sea ella rapidísima, la fina esquela que usted me dirige en El País del sábado último.

443 Empezaré por el principio, y el principio es dejar establecida la significación y origen de la palabra levuntisco.

De saber nuevas non vos curedes, que hacerse han viejas y las sabredes.

Entiendo que en las guerras sustentadas por Carlos I de España, fueron enrolados, así en los tercios militares como en la flota, muchos naturales de Levante, ó sea de los pueblos que caen á la parte oriental del Mediterráneo. Eran esos hombres refractarios á la rigidez de la disciplina en çuarteles y naos, y, por ende, promovían no pocas turbulencias, haciéndose merecedores de rigurosos castigos. Vino de aquí el bautizar á los levantinos con el mote de levantiscos, y por generalización se llamó y llama levantisco al sujeto de ánimo alborotador, quisquilloso y tumultuario.

Levantinos venidos á América, en el primer siglo del descubrimiento y conquista, apenas si los hubo; pero lo que es levantiscos, amotinadores de buena y legítima cepa española, vaya si abundaron. Que los descendientes de ellos, en América, scamos también por excelencia levantiscos, cualidades (y no del caso decir si buena ó mala) que traemos en la masa de la sangre. Si bien se hace la cuenta, los peruanos por ejemplo, resultaríamos á motín por barba. Siempre estamos listos para el barullo. Des-