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Mis últimas tradiciones

SEGUNDA PARTE CARTAS LITERARIAS A José Antonio de Lavalle.

Mi muy amado colega: Dos gratísimas horas he pasado con la lectura de su novela, y con toda franqueza voy á darle mi acaso desautorizada, pero muy sincera, opinión.

En LA HIJA DEL CONTADOR, el argumento carece de novedad, y casi podría decir que es hasta manoseado. Un padre ó una madre que, engreídos con sus pergaminos, obstaculizan el matrimonio de un hijo, á quien la mocedad y el inherente calorcillo de la sangre traen encalabrinado por una chica que no luce otras dotes que las de virtud y hermosura, pero cuyo primer sueño no fué arrullado en cuna dorada, son tipos que abundan en el teatro de Lope y de Calderón. Que la muchacha vaya á pudrirse en un claustro y el galancete á correr cortes, era cosa corriente y hasta lógica. Un padre como su merced el Contador, cs, sobre poco más o menos, carácter idéntico al del Rico—home de Alcalá. Que el mancebo llegue para impedir la profesión, minuto y medio más tarde, es recurso de cajón en el teatro y en la novela. Siempre trop tard, como acontecía á los carabineros de la opereta, Convengamos, pues, en que el argumento es trivial, y en que lampoco hay episodios románticos, pues ni el escribano don Estacio, con su carta noticiera, deja de ser pura prosa.

Pero esa misma trivialidad de argumento es, para mí, uno de los grandes méritos de la obrita. No es más gordo el hilo de que se ha servido Pedro Antonio de Alarcón para tejer su Sombrero de tres picos ó Historia de los amores de la Molinera y el Co-