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Ricardo Palma

nes humanas que se sobreponen á las virtudes del gobernante, del magistrado, del militar, conforme aparece en algunas narraciones de Palma. Estas mismas miserias se encontraban por el primer tiempo en España; y otro tanto ocurría, tal vez con creces, en francia, Holanda, Inglaterra, países que blasonaban entonces, como ahora, de ir al frente de la civilización. La verdad es que leyendo el libro de que hablamos, en medio de los toques de claro obscuro que pone el autor, ve el leyentecon claridad manifiesta que el Perú estuvo en lo general bien gobernado, durante los virreyes, por varones como los citadosy otros varios hasta don Joaquín de la Pezuela, trigésimonono virrey del Perú, y el último, á juicio de Ricardo Palma; porque el cuadragésimo, don José de la Serna, fué sólo un virrey de »motín, un virrey sin fausto ni cortesanos, que no fué siquiera »festejado con toros, comedias, ni certamen universitario; un »virrey que, estirando la cuerda, sólo alcanzó á habitar cincomeses en palacio, como huésped y con la maleta siempre lista »para cambiar de posada; un virrey que vivió luego á salto »de mata para caer como un pelele en Ayacucho; un virrey, en fin, prosaico, sin historia ni aventuras.» Numerosas son las tradiciones escritas y recopiladas por Ricardo Palma que pregonan la munificencia y el fausto de losespañoles, y en especial de sus virreyes, sintetizados en las soberanas fábricas que levantaron en Lima, dedicadas á variadísimos fines, y algunas de las cuales se mantienen en pie todavía desafiando la pesadumbre del tiempo, y más aún la mano destructora de los hombres, que ha descargado repentinamente sobre la ciudad de los Reyes en revoluciones, pronunciamientos, guerras fratricidas, motines y asonadas, en los cuales ha corrido abundantemente por sus calles y plazas la sangre peruana. Los recuerdos de grandeza arrancan en Lima de siglos pasados, y por lo tanto de la época de los virreyes y de la dominación española; y estos recuerdos conservan todavía para aquella ciudad la aureola de que se encuentra rodeada.

Así lo reconoce el escritor guatemalteco Rubén Darío, cuando en una interesante semblanza ó fotograbado, como lo llama, de Ricardo Palma, exclama: Flota aún sobre Lima algo del buen I I i