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Ricardo Palma

en las naciones de Europa, incluso aquellas en que dominaba ya el protestantismo, mirado siempre con buenos ojos por los historiadores de aquel fuste.

Ricardo Palma no cae en semejantes vulgaridades. Director de la Biblioteca Nacional de Lima, Correspondiente de las Reales Academias Española y de la Historia de Madrid, Comendador en la orden de Isabel la Católica, tiene por afición predilecta la de registrar rancios volúmenes y singularmente manuscritos, y de esta labor ha sacado el considerable caudal de noticias históricas que se encuentran en sus Tradiciones peruanas. Pues bien, este estudio le habrá enseñado que muchos de los virreyes enviados por los monarcas de España á gobernar el Perú, sembraron allí bienes, gobernando de un modo paternal á los súbditos y poniendo no pocos especial atención en amparar á los indios, cosa que no han hecho, antes al contrario, los dominadores contemporáneos de las regiones septentrionales en el propio Continente, á pesar de titularse liberales y archiliberales, filántropos y muy amigos del género humano en todas sus razas. Esto mismo hace notar Ricardo Palma en diversos pasajes de su obra. Así, hablando, en la tradición El Peje Chico, del quinto virrey del Perú, el excelentísimo señor don Francisco de Toledo, dice: «Tuvo indudablemente dotes de gran político, y á él debió en mucho España el afianza»miento de su dominio en los pueblos conquistados por Pizarro y Almagro».— Después de una visita por el virreinato—añade »—en la que gastó cinco años, se contrajo á legislar con pleno »conocimiento de las necesidades públicas y del carácter de »sus súbditos. Las famosas ordenanzas del virrey Toledo son hoy »mismo apreciadas como un monumento de buen gobierno.

»A la sombra de ellas, los hasta entonces oprimidos indios, empezaron á disfrutar de algunas franquicias, y el virrey se hizo para ellos más querido que los indiófilos de nuestros asendereados tiempos de república constitucional.

De parecida manera se ocupa en el gobierno del duodécimo virrey don Francisco de Borja y Aragón, príncipe de Esquilache y conde de Mayalde, quien entró en Lima en diciembre de 1614. Su primera atención se cifró en crear una escuadra y fortificar el puerto, con lo cual tuvo á raya á los filibusteí