Alejo Quintín, á quien el pueblo conocía con el apodo de Pollollo tenía setenta y cuatro años y usaba antiparras. Era picador de vara corta ó rejoneador, como el Santiago Pereira de nuestros tiempos. En 1805 figuraba todavía en primera línea, como lo prueban estos versos de un listín de ese año:
No falten los guapos;
pongan atención,
que esta vez Pollollo
vibrará el rejón.
Mariquita mía,
vamos de mañana,
que Quintín Pollollo
sale á la campaña.
Pollollo no es viejo,
que es un jovencico
á quien faltan muelas
y le sobra pico.
Murió en su oficio, por consecuencia de golpes que le dió un toro, en 1807.
La lucha de un oso con un toro no es, como se ha querido sostener, novedad de nuestros días.
El 9 de Febrero de 1807 se efectuó por primera vez este combate en el circo de Acho.
Cuando un torero desobedecía al juez ó faltaba en algo al público, se le penaba arrestándolo en el templador durante el tiempo que aun hubiera lidia. Sólo por falta muy grave se le enviaba á la cárcel.