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Ricardo Palma
Segunda mañana.

El Patuleco, barriga blanca, de Casablanca

El Cara sucia, gateado, de Pasamayo

El Potroso, lúcumo, de Contador.

Tarde primera.

El Flor de cuenta, capirote, de Palpa.

El Diafanito, osco, de Larán.

El Pichón, blanco, de Gómez.

El Lagartija, gateado, de Hilarión.

El Floripondio, barroso, de Chincha.

El Deseado, alazán tostado, del Naranjal.

El Chivillo, prieto, de Corral Redondo.

El Leche migada, de Vilcahuaura.

El Partero aparejado, blanco y prieto, de Retes.

El Come gente, overo pintado, de Quipico.

Tarde sequnda.

El Rasca moño, blanco, de Lurinchincha.

El Pucho á la oreja, frazada, de Chancaillo.

El Saca candela, frontino, de Esquivel.

El Gato, gateado, del Pacallar.

El Anteojito, brocato, de Mala.

El Corre bailando, culimosqueado, de Sayán.

El Longaniza, prieto desparramado, de Chuquitanta.

El Diablito cojo, pintado, de Hervay.

El Sacristán, ajiseco, de Limatambo.

El Invencible, retinto, de Bujama.


Parece que, para estas corridas, el Cabildo comprometió á cada hacendado de los valles inmediatos á Lima para que obsequiasen un toro, y natural es suponer que el espíritu de competencia los obligaba á enviar lo mejor de su ganadería.

En los libros en que corren consignadas las descripciones de fiestas reales, se encuentran abundantes pormenores sobre