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Ricardo Palma

privando á la posteridad de noticias que en algo amenguaran el renombre de la comunidad dominica.

No es, pues, desacertado presumir que la crónica en que colaboró el insigne fraile poeta, sería devorada por las llamas.III Otro ejemplar curioso del Quijote Lo que el señor Dávila Condemarin ignoraba, y que yo conocía, era que existió en Lima un ejemplar del primer tomo del QUIJOTE, con dedicatoria de Cervantes á un caballero español avecindado en el Perú.

Llamóse éste don Juan de Avendaño, quien vino desde Españia con nombramiento del Rey, expedido en 1603, á servir un empleo en las Cajas reales, y que en 1610 pasó con ascenso á Trujillo. Avendaño había sido, en la Universidad de Salamanca, amicísimo de Cervantes, amistad que no se enfrió con la distancia, pues, aunque de tarde en larde, cambiaban cartas. Sabido es que el inmortal manco de Lepanto solicitó del monarca, en 1590, un destino en el Perú, y que en ó de junio del mismo año proveyó el Rey.—Busque por acá el solicitante en qué se le haga merced.—Así, cuando, en 1606, tenía ya el QUIJOTE lectores en Lima. Avendaño daba noticias personales sobre el autor, agregando que no le sorprendería verlo de repente por acá, pues lo animaba para que viniese á América en pos de fortuna más propicia que la que lograba en la madre patria.

Corriendo tos años, ó, mejor dicho, en el transcurso de dos siglos, el ejemplar del autógrafo lo poseyó la marquesa de Casa—Calderón, literata limeña, de la que en otra ocasión me he ocupado, cuya librería, no sé si por compra ó regalo, pasó al doctor don Agustín García, notable abogado de nuestros tribunales de justicia, allá por los años de 1850, quien á Nicolás Corpancho, á Arnaldo Márquez y á mí, muchachos que