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Mis últimas tradiciones

249 que yo presenciara en la Punta del muelle, cuando yo era un granuja de trece años: Hombre...! Tiene buena memoria el contador... si... Así fué como usted lo relata... muy cierto—y no añadió palabra más, ni yo estimé discreto proseguir.

Decididamente había perdido mi tiempo. Mi curiosidad quedaba siempre en pie.

Llegó la hora de la partida. Estaba distraído, con los brazos apoyados en la borda, contemplando varias canoas de pescadores que se desprendían de la playa, cuando se me acercó el gran mariscal y me dijo: —Contador, véngase á comer conmigo.

Ya de sobremesa, me dijo: —Conocí esta tarde que le rebosaba á usted la curiosidad...

¡bueno... no es delito ser curioso... no... Ese pícaro fué... sépalo usted... el godo Maroto.

][ Don Ramón Castilla nació en Tarapacá en 1797 y era siete ú ccho años menor que su hermano don Leandro, quien á la muerte del padre de ambos ejerció para con aquél funciones casi paternales. Era don Leandro capitán del ejército español, y cuando la campaña contra los patriotas de Chile llevó á su hermano en condición de cadete, obteniéndole á poco el ascenso á subteniente.

Tan luego como en 1821 se proclamó la Independencia del Perú, don Ramón, que investía ya la clase de teniente, se separó de los realistas, incorporándose como capitán en el ejército patriota.

En la batalla de Ayacucho, herido don Ramón en un brazo fué conducido en camilla al hospital de sangre, donde se le colocó en un salón destinado para jefes, así vencedores