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Mis últimas tradiciones

único que ha sobrevivido á este general es su fama de mentiroso.

235 El célebre Manolito Gásquez, de quien tanto alardean los andaluces, no mentía con más gracejo é ingenio que mi paisano, el limeño don Agustin Lerzundi. Dejando no poco en el tintero, paso á comprobarlo.

I Conversábase en un corro de amigos, siendo el tema referir cada uno el lance más crítico en que se hubiera encontrado.

Tocóle turno á Lerzundi, y dijo: —Pues, señores, cuando yo era mozo y alegroncillo con las hijas de Eva, fuí una tarde con otros camaradas á la picantería de ña Petita, en el Cercado. Allí encontramos una muchacheria del coco y de rechupete, mozas todas de mucho cututeo; hembras, en fin, de la hebra. Ello es que, entre un camaroncito pipirindingue, acompañado de un vaso de chicha de jora, y un bocadito de seviche en zumo de naranja agria, seguido de una ccpita del congratulámini quita pesares, nos dieron las ocho de la noche, hora en que la obscuridad del Cercado era superior á la del Limbo. Nos dispon ya á emprender el regreso á la ciudad, llevando cada uno de bracero á la percuncha respectiva, cuando sentimos un gran tropel de caballos que se detuvieron á la puerta de la picantería, y una voz aguardentosa que gritó: — Rendirse todo el mundo, vivos y muertos, que aquí está Lacunza el guapo!

Las mozas no tuvieron palaleta,, que eran hembras de mucho juego y curtidas en el peligro; pero chillaron recio y sostenido, y como palomas asustadas por el gavilán corrieron á refugiarse en la huerta, encerrándose en ella á tranca y cerrojo.