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Mis últimas tradiciones

No es del todo exacto aquello de que estado cambia costumbres; porque, después de la luna de miel, que no fué larga, volvió Juan Pérez á sus casi olvidadas harpa y copa, pasándose las noches de turbio en turbio, como cuando era soltero, en las jaranas, y siempre entre participío y gerundio, es decir, bebido y bebiendo.Como Zoilita trajo al matrimonio, por toda dote, un regimiento de enamorados galanes, éstos se turnaban para acompañarla en la noche, cuidando sólo de asomarse á la casa en que sonaran cuerdas, y preguntar: —Quién toca el harpa? ¡Ah!

Juan Pérez—lo que equivalía á decirse: no hay cuidado de que, antes del alba, vaya el músico á interrumpirme la conversación con su oíslo.

¿Quién toca el harpa? Juan Pérez—fué, pues, frase que llegó á popularizarse adquiriendo honores de refrán, y así ha llegado hasta nosotros que la usamos familiarmente cuando, tratándose de un marido descuidado con su hogar, queremos dar á entender que lleva sobre la frente aquellos que, en los toros, sou honra cuando son bien puestos, lisos y puntiagudos.