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Ricardo Palma

monjas, asociaciones que, en nuestros días, carecen de razón de ser. No siempre el agua es sucia; con frecuencia lo sucio es la botella. Mientras haya nidos, habrá cuervos y lechuzas.

¡Abajo los conventos!

Hoy á nadie, y menos á la mujer, es lícito el aislamiento y lo que los teólogos llaman vida contemplativa, propia de ángeles espirituales y no de seres corporales. La humanidad es una inmensa colmena, y nadie tiene derecho á ser zángano en ella. En la tierra como en la tierra, y en el cielo como en el cielo.

Dicen los fanáticos que siendo de católicos orlodoxos la gran mayoría de la nación peruana, nadie debe atacar los errores y farsas del catolicismo romano. Tanto valdría sostener que, en tierra donde la mayoría fuese de borrachos, no es lícito predicar contra el alcoholismo.

Y hecha la moraleja, vamos ahora á la historieta contemporánea que nos ha inspirado aquélla.

Por los años de 1848 á 1849, siendo obispo de Ayacucho el ilustrísimo señor Ofelán y prefecto el general don Isidro Frisancho, hubo una mañana gran conmoción en la ciudad, y no por motivo de política.

Decíase que el acaudalado agricultor don Remigio Jáuregui, personaje que en 1839 figuró mucho como diputado en el Congreso de Huancayo, había, en la noche, escalado el monasterio de las clarisas y robádose á sor Manuelita G..... monja que era, para quien no fuese un mililoto, todo lo que se entiende por bocado de cardenal.

Convencido el pueblo de que era realidad el rapto, y azuzado por algunos frailes envidiosos de la dicha de un lego, se lanzó sobre la casa de Jáuregui con el firme propósito de no dejar en ella piedra sobre piedra; y este acto de fanatismo, barbarie y justicia populachera se habría realizado, á ser el prefecto de pocos bríos. La chusma, ad majorem gloriam