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Mis últimas tradiciones

LA MONJITA DE AYACUCHO No sé por qué haya de ser causa de escándalo el que una monja rompa la clausura y votos (impuestos ó aceptados espontáneamente) contra las inmutables leyes de la naturaleza, á la que mal pueden contrariar las flacas criaturas terrestres.

Los votos monásticos, y el de castidad perpetua sobre todo, son indefendibles en nuestra época. Subsisten por rulina ó costumbre, por histrionismo religioso más que por disciplina á necesidad de la Iglesia de Cristo. Así como una hormiga no hace verano, el que, entre cada centenar de frailes haya uno de organismo atrofiado, nada prueba en pro del celibato sacerdotal. Precisamente las excepciones sirven para vigorizar toda regla. La luz avanza, y el siglo xx, tenemos fe en ello, verá desaparecer muchas estupideces y barbaridades inventadas y mantenidas por la conveniencia del mercantilismo romano.

No somos de esos librepensadores que no quieren que los denas piensen libremente, sino á condición de que han de pensar como ellos piensan; pero, en medio de nuestro genial espíritu de tolerancia, no transigimos con farsas absurdas como las excomuniones, con la tiranía que sobre la conciencia se ejerce en el confesonario, con instituciones, como el jesuitismo, adversas al progreso social, y mucho menos con la subsistencia de esas asociaciones llamadas conventos de frailes y